domingo, septiembre 30, 2007

Altoaragón: cuestión de competencias y... la visita del obispo

Era el mes de julio, buen mes para visitar los pueblos de los Pirineos. El Obispo de Barbastro (provincia de Huesca) así lo pensó y fue a ver en qué estado se encontraban algunas de las parroquias de su diócesis. Pero, antes de conocer cómo fue una de estas visitas, retrocedamos un poco en el tiempo...


.................Monasterio de San Victorián (Huesca)

Recordemos que el Monasterio de San Victorián, de antiquísima fundación, recibió del rey Sancho el Mayor de Navarra y sus sucesores, los reyes de Aragón, numerosos privilegios. Uno de ellos, no el menos importante, era que el monasterio no estaba sometido a la autoridad de ningún obispo, sino sólamente a la del Papa y la del Rey. Los monasterios de San Pedro de Tabernas, Alaón y Obarra pasaron a depender del monasterio de San Victorián, así como 54 lugares, que estaban sometidos al abad en lo espiritual y temporal.

La creación de la diócesis de Barbastro supuso el ocaso del monasterio altoaragonés. La bula dada en Roma por Pío V, el 15 de junio de 1571, que se puso en ejecución en 1573, asignaba las rentas y posesiones de San Victorián a la nueva sede. Se trataba de un verdadero expolio que dejaba al cenobio sin recursos. El papa Gregorio XIII suavizó un poco la decisión y, mediante otra bula, devolvió al monasterio algunas parroquias. No obstante, los abades de San Victorián no se quedaron conformes y siguieron reclamando. Finalmente, en 1594, una comisión nombrada por Felipe II pronunció una Sentencia Arbitral con la que se quería mejorar la suerte del cenobio y se le cedía cierta jurisdicción sobre las mejores parroquias: Graus, Campo y Torre de Esera. Fueron en total 24 lugares devueltos al monasterio.

Esta Sentencia aún complicó más las cosas, porque creaba una situación muy poco definida. En efecto, algunas parroquias quedaban bajo la tutela del obispo, así es que estaban sometidas a su jurisdicción, aunque sus rectores y párrocos debían ser monjes de San Victorián, por lo que ellos, personalmente, estaban exentos de la jurisdicción episcopal. Así pues: los fieles tenían una autoridad, que era el obispo, mientras que el párroco tenía otra, pues dependía del abad.

Tanto la diócesis como el monasterio destinaron muchas de sus riquezas a gastos de pleitos que no solucionaron nada. Y mientras llegaban tiempos de entendimiento, los litigantes optaron por declararse la “guerra fría”. Un ejemplo de ello se desprende de la lectura de la declaración que hizo el Obispo de Barbastro en su visita a la iglesia de San Vicente de Chía, el 19 de julio de 1792 (aún duraba el problema), que dice así.


...............Foto gentileza de « Rómánico Aragonés »

Item, mandamos al Rvdo. Padre Abad de San Victorián, como diezmero que es y preceptor de la primicia de esta iglesia, haciéndose cargo de la indecencia vergonzosa en que se hallan las paredes y vóveda sin cal ni blanqueo, feo el pavimento con su desigualdad, sin las correspondientes paredes ni puerta el cementerio, expuesto a ser morada de brutos irracionales y hasta sin crucifijo el mismo altar mayor.

Por tanto, mandamos a dicho Sr. Abad que en el término de seis meses haga componer el pavimento y paredes de dicho templo que amenaza ruina, y por no mediar un espacio o falsa (que igualmene mandamos se haga) entre el techo y vóveda, lo arruinan las goteras que en él caen. Haga repasar la torre de las campanas, haga poner tape de plata en una de las copitas de los Santos Oleos, juntero del mismo material, un crucifijo en el altar mayor, haga nuevo palio, renueve todas las estolas y manipulos que están indecentísimos, mande hacer capas de todos colores....
”.

Sin duda, el obispo estaba atento a todos los detalles y no se le escapaba ningún desperfecto que pudiera reprochar al abad. No creemos que éste le hiciera mucho caso, pues los tiempos que corrían no estaban para pensar en renovar el vestuario, ni arreglar iglesias. A causa de la Guerra de la Indepencia había frecuentes expediciones de franceses y guerrilleros por la comarca, y los monjes se sentían amenazados. En 1794 decidieron trasladar el archivo y las reliquias a otros lugares más seguros. San Victorián ya nunca más volvería a ser lo que fue.

.......................................................María José Fuster


..............Copia del crismón de la iglesia de San Vicente

.............................Románico Aragonés »].

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lunes, septiembre 10, 2007

ASUNTOS DE FAMILIA: carta de un marido atento

Si queremos conocer mejor cómo era la vida cotidiana de las personas que vivían a finales del siglo XVIII, nada mejor que dejar hablar a sus protagonistas. En esta ocasión será a través de una carta que un marido muy atento escribía desde Madrid a su mujer, que estaba en Benasque, provincia de Huesca. El autor de este escrito no es, ciertamente, un simple campesino, pero sí alguien que vivía en uno de nuestros pueblos y que gracias a sus comentarios nos permitirá entrever un ambiente de otro tiempo, con unos sentimientos muy actuales. Si leemos con atención las palabras que le dice a su mujer y las frases que dirige a sus hijos, podemos pensar que se trata de una historia de ahora mismo, pues lo único que delata el paso del tiempo es el uso del lenguaje:


"
Febrero, 16 de 1782

Pepa:

Sólo me espero repares como quedará mi corazón, pues los ojos no me se enjuan aunque me templa la resignación y temor de Dios, conque todos me asegurais murió, y no me queda dudas fue en amistad de Dios, por lo que a boca te diré, porque no puede ser por escrito.

Ahy tienes esas dos cartas que he recibido oy, y guárdalas, que mal no pueden azer y más con los efectos que resultarán.

Don Blas tomó los recados y te los remitió a la letra, como la lista que yo te envié y más 8 libras de chocolate del todo bueno, que yo posteriormente le abisé te inbiase, porque él dixo no te podía llegar a tiempo por no tener ni aber conducto ni arriero por el mal temporal, pues el correo a llegado oy y tarde, abiendo de aber llegado anteanoche, conque mira que tiempo hay.


Por Dios y por toda la Corte Celestial te pido te cuydes, y a las hijas sólo les pido tu cuydado y su recato, y a la Margarita que mire cómo curarse pues ya a bisto la tenacidad de sus ideas a lo que trae a las personas, y lo mismo digo a la Sebastiana, de la que nada me dezís de lo que te tengo preguntado, y Dios sabe cómo me tiene este cuydado.

Me dirás lo que te falta para a buelta de correo poder disponer se te remita, sea lo que fuere, y si los recados te an llegado buenos y sin mal, porque te diré que todo te se a remitido muy especial”.

(...)

«No ceses de pedir a Dios por el feliz éxito de mis negocios tanto por el de Salinas, que sin duda saldrá con el fabor de Dios, bien como de los que sabes y de otro que se me a venido a la mano más interesante que todos los de Salinas, de forma que es de mucha miga y espero en Dios salir de él con felicidad, lo más largo para toda la Cuaresma.

Si las cosas se ponen como espero en Dios, puede que te comiende el que con toda la familia y nieto te bengas, y entonces si que saldré yo, con el fabor de Dios, a recibirte a Zaragoza.

A Margarita, que Madrid sólo es bueno para dibertirse la jobentud como ya lo sabes, pero que no soy de parecer, por más benturas que Dios nos dé, que allí venga el restablecimiento, pero que finalmente Dios dirá.

A Pepe, que le estimo mucho, que estudie y de gusto a su madre y que ya le tengo una chupa de tisú para la Semana Santa, y a Xabierito otro bestido mejor, pero que no llore y dibierta a su abuela.

Todos te debuelben sus acuerdos y tu los darás míos a todos, y a los hijos mil besos y abrazos, y a ti, Dios valga, como sin cesar se lo pido. Tu más fino amante, Pepe.
"


Un dato curioso: en esta misiva hay 12 menciones a Dios y una a la Corte Celestial.

También muestra el firmante de la carta su preocupación por la salud y recato de las hijas. A los varones parece que los tiene un poco mimados, quizás porque son más jóvenes, y les anuncia que les va a regalar prendas de vestir. Observamos, igualmente, la importancia que concede al envío de chocolate. No hay que olvidar que durante el siglo XVIII tomar chocolate se convirtió en una pasión nacional, y las clases medianamente acomodadas se reunían todas las tardes para beber una tacita, pues era un signo de distinción social.


En fín, se trata de una carta repleta de palabras de cariño para toda la familia, de un padre y un esposo verdaderamente atento.

....................................María José Fuster

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