Conociendo a nuestros antepasados: Domingo Auset Ferrer
Domingo Auset Ferrer era hijo de Bartholomé Auset. En el año 1728 Bartholomé debía tener unos 28 años de edad y desempeñaba en Plan el oficio o profesión de “llamador público”, que bien podría corresponder al de pregonero. Hemos encontrado esta información en el expediente de Infanzonía de los Ballarín, de 1727, según la relación hecha por el notario don Pedro Juan Altemir de Campo, en uno de sus desplazamientos a ese lugar. Refiere en dicho documento:
"Dei Nomine. Amen. Sea a todos manifiesto que llamados y convocados a Consejo General y Abierto, de los Alcaldes, Regidor, Procurador, Síndico, Consejeros, singulares personas, vecinos y havitadores de la villa de Plan, por mandamiento de dicho Regidor abajo nombrado (en ausencia de Andrés Falceto) y llamamiento de Bartholomé Aused, llamador público de la misma villa, el qual en dicho Consejo hizo fee y verdadera relación, a mi, Pedro Juan Altemir, notario, presentes los testigos infraescriptos, que él, de mandamiento de dicho Regidor actual avía llamado a dicho Consejo General y abierto, a son de campana tañida por él, para los presentes día, ora y lugar: Y así llamado y ajuntado en las cassas vulgarmente dichas de la villa, en una sala alta que ay en ellas, en donde otras vezes para conferir y otorgar cossas árduas, pactos concejiles, dicho Consejo General es acostumbrado congregarse...".
Bartholomé debió casarse por estas fechas con Manuela Ferrer y uno de sus hijos fue Domingo, al que probablemente le pusieron ese nombre porque tenían como pariente a un Domingo Aused, en Sin.
Cuando llegó a la edad de contraer matrimonio, Domingo Auset Ferrer lo hizo con María Montaner Escalona, hija de Martín y de Cathalina, en Bielsa, en la iglesia de Ntra. Sra. de los Angeles, el día 28 de agosto de 1752. Pero, antes de esta boda ocurrió algo importante en la vida de Domingo. Y es que en esta historia familiar de los Auset podemos encontrar un acto jurídico típico de Aragón: la donación. En este caso se trata, de acuerdo con la terminología de Joaquín Costa, de una dación personal. Veamos en que consistía:
Era un hecho frecuente en los pueblos de los Pirineos, más concretamente en Jaca, Boltaña y partidos limítrofes que, una o varias personas (a menudo un matrimonio) que recibían el nombre de donados, hicieran donación de todos sus bienes a una persona extraña a su familia, con la obligación por parte del beneficiado, llamado arrogador, de cuidarle, o cuidarles, mientras vivieran. En algunas ocasiones, el donado carecía de capital y aportaba sólamente su trabajo.
En el caso concreto que estamos relatando, se trata de una Donación hecha en Plan, el veintiocho de agosto de 1750, a favor de Domingo Auset. Lo curioso es que Domingo Auset era mancebo y la donante Susana "Plau" (o Nau), una joven de veinticuatro años y, aunque es verdad que no había ninguna regla establecida sobre la diferencia de edad que debía existir entre el donado y el arrogador, no deja de ser una situación poco habitual dada la jueventud de ámbos.
El documento fue otorgado ante el notario Pedro Verastegui. Los términos utilizados en su redacción son los típicos de este tipo de actos, cuajados de frases hechas, propias de una terminología específica, que hoy día nos llega como un mensaje muy entrañable, incluso con cierta “poesía”. Ciertamente, es una donación muy especial. Dice, entre otras cosas:
"En la villa de Plan a veinte y ocho de agosto de 1751: Que yo, Susana Nau, muger moza, natural de la villa de Plan:
Por quanto me allo en edad de veinti y quatro años, poco más o menos, sin padres, ni hermanos, queriéndome apartar en algún modo de la vanidad de este mundo, sin querer contraher matrimonio, y por este motivo no poder acudir por mi persona a la administración de mis bienes, y que para pasar mi vida con alguna quietud y comodidad no he allado, ni tengo otro más conforme medio que asegurar mi sustento para durante mi vida en compañía de Domingo Auset, mancebo vecino de esta villa, en quien he allado todo el consuelo y asistencia que podía desear, desde que me acogió en su compañía,
Por quanto en esta consideración deseo asegurar la misma asistencia que hasta de aora he experimentado en dicho Domingo Auset, para durante mi vida natural, y para fenecida ella se me haga por él mi entierro y sepultura, según costumbre de la Parroquia de la villa de Plan y personas de mi calidad,
Por que para este fin tengo tratado y combenido con dicho Aused el que se obligará a mantenerme sana y enferma en su compañía, por toda mi vida haciendo y otorgándole donación y razón de todos mis bienes:
Deseando practicar este medio por considerarlo muy ventajoso y acomodado a la quietud y descanso que deseo tener el tiempo que Dios mantenga mi vida.
Por tanto, y por otras justas causas que a ello me han movido de mi buen grado, libre y espontánea voluntad, y en la mejor forma que hacerlo puede y digo hago en favor de dicho Domingo Aused, para sí y sus habientes, derecho para luego de presente Donación, pura, perfecta e irrevocable que he dicho entre vivos de todos mis bienes muebles, sitios, créditos, derechos, instancias y acciones donde quiera habidos y por haber, que aquí los quiero dejar por nombrados y firmados, calendados, especificados y confrontados según Fuero de Aragón, y como más combenga.
Texto con los cargos y condiciones siguientes y no sin ellas:
Primero, que durante mi vida me haya de tener en su compañía dándome los alimentos iguales a los suyos y vistiéndome con decencia.
Ittem encargo de que quando muera se me haya de hazer por mi alma los sufragios a uso y costumbre de la parroquia de Plan y personas de mi calidad.
Ittem encargo de que se me aya de respetar como a señora mayora y usufructuaria, que me reservo el serlo de los bienes que dono, con la condición de combertir el usufructo de ellos en beneficio de esta casa y en compañía de dicho Domingo Auset.
(...) Ittem para mayor firmeza y validación de esta mi Donación, dejo por parte y derecho de legítima en mis bienes a mis parientes y demás personas que parte o derecho de legítima en mis bienes pudieren pretender y alcanzar, cada diez sueldos jaqueses, la mitad por bienes muebles y la otra por bienes sitios, con los quales mando se tengan por contentos y pagados, de quanto en mis bienes pudieren pertenecerles”.
La gran incógnita es saber qué le ocurría a Susana, por qué no se quería casar, por qué razón a los veinticuatro años deseaba renunciar a "la vanidad del mundo"... ¿tendría, quizás, alguna enfermedad incurable? Además teniendo parientes, tal como se menciona en el documento, ¿por qué no recurría a ellos? En fín, no deja de ser ésta una situación curiosa, en la que una “muger moza” se dona a un mancebo... Sea como fuere, la nueva situación económica con la que se encontró Domingo Auset Ferrer gracias a esta aportación, le debió ser muy beneficiosa porque, al año siguiente, concretamente el 28 de agosto de 1752, contraía matrimonio con María Montaner Escalona, como ya hemos mencionado antes. Los testigos de la boda fueron tres: José Verastegui, Miguel Buerba Solans y Josef Mascaray.
Del matrimonio de Domingo Auset Ferrer y María Montaner nacieron, en San Juan de Plan:
1°) José Aused Montaner, que fue el mayor de los hermanos según consta en la información que nos da la Dispensa Papal otorgada a su hermano Domingo, y que, probablemente recibió el nombre de José por alguno de los dos Josés que actuaron como testigos en el matrimonio de sus padres (José Berastegui o José Mascaray). José Auset se casó con Josefa Pallaruelo Abad.
2°) Rosa Aused Montaner, nacida el 20 de febrero de 1763 y que se casó con Antonio Bruned Roger el 4 de junio de 1792.
3°) Domingo Pedro Aused Montaner, fue bautizado en la iglesia de San Esteban de Plan el 15 de octubre de 1765, siendo sus padrinos Pedro Ballarín y Miguela Aused. Se casó con Raymunda Bayla Nerín en Saravillo, el 17 de octubre de 1791.
Los hijos de Domingo Auset Ferrer probablemente ya no llegaron a conocer a Susana, pero seguro que supieron de esa bonita historia de la donación. Y, seguro, que no sólo estarían satisfechos de los bienes que les habían llegado gracias a ella, sino también de que su padre hubiera sabido inspirar tanto afecto y confianza.
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