martes, febrero 15, 2005

Las hueveras también tienen su historia…

Conocer la pequeña historia de los objetos que usamos en nuestra vida cotidiana, puede resultar muy interesante. Saber en que época comenzaron a utilizarse, identificar los materiales de los que están hechos, seguir la evolución de su diseño, todo ello nos puede ayudar a conocer aspectos económicos y sociales del mundo que nos rodea. Y, también, el saber el cómo, desde cuándo y por qué algunos utensilios se han convertido en casi imprescindibles en nuestra existencia, nos ayudará a detectar cuáles han sido las influencias culturales y hasta religiosas que se han dejando sentir más en nuestra sociedad.




Un objeto aparentemente anodino, pero que ha conseguido imponerse en el mercado, es la huevera. Pero antes de entrar en materia, no estaría mal que definiéramos qué es exactamente este objeto.

La huevera es un recipiente destinado a cumplir una función bien precisa: comer un huevo pasado por agua. Las formas que se pueden dar a las hueveras son innumerables pero, en cualquier caso, tienen que cumplir un requisito: poder sostener el huevo mientras se come…

Para conocer cuando empezó la particular historia de la huevera, los “entendidos” en la materia se remontan a unos mosaicos encontrados en las ruinas de Pompeya, ciudad que quedó sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 a.C. En las excavaciones allí llevadas a cabo se encontraron un par de conjuntos de hueveras, los dos de plata, uno de los cuales se halla ahora en el Museo Nacional de Nápoles y el otro en el Louvre, en París.

También pueden contemplarse dos hueveras, que parecen ser de plata, en unos mosaicos turcos del siglo III procedentes del Museo Arqueológico de Antioquia y que ahora se encuentran en el A. D. Departament of Art and Archaelogy de la Universidad de Princeton.





Salvo estos casos puntuales no se tiene constancia de que en Europa se usara este objeto hasta prácticamente el siglo XVI, y esto puede deberse, fundamentalmente, a que no se consumían huevos pasados por agua, es decir hervidos pero sin llegar a ser huevos duros, es decir cocidos, sino que la costumbre era comerlos asados en las brasas. También es verdad que las primeras hueveras que se utilizaron fueron hechas en madera, y la caducidad de esta materia ha impedido que hayan llegado hasta nuestros días.

Entre los primeros ejemplares de hueveras, todos ellos de plata, podemos citar los que se encuentran en el Victoria & Albert Museum de Londres, de 1560, o los que se exponen en el Louvre y en el Museo de Artes Decorativas de París, de finales de dicho siglo XVI.

En España, ya del siglo XVII, se conocen algunas ejemplares de cerámica, todos ellas con forma de hueveras-plato, pero no se puede asegurar si se comían en ellas los huevos pasados por agua (hervidos) o asados. Un ejemplar muy interesante es el que se expone en la Casa-Museo Castellarnau de Tarragona, que lleva escrito el nombre de su propietario, “Marqués de Santa Coloma”.

En Francia, aunque la mención coquetier ya aparece en un inventario de la Duquesa de Uzes en 1585, no se popularizaron en las mesas refinadas hasta el siglo XVII, cuando también se difundió el uso de platos decorados, soperas, cubiertos individuales. etc. No obstante, la gran expansión tuvo lugar un poco más tarde en la corte de Luis XV (1715-1774).

Durante el siglo XVIII, parece ser que tanto en Francia como en Alemania se produjeron las hueveras mayoritariamente con la forma continental o doble, es decir, aquellas que parecen dos hueveras unidas por la base.

En Inglaterra la costumbre de comer huevos pasados por agua en el desayuno data también del siglo XVIII. Normalmente se sacaban a la mesa conjuntos de plata de hermosos diseños con cuatro, seis u ocho hueveras, que venían acompañadas de las correspondientes cucharitas y un salero. Fue en el reinado de la reina Victoria cuando se difundió la utilización de la huevera por todas las clases sociales, popularizándose las realizadas en porcelana o en cerámica. También surgieron entonces las decoraciones con temas infantiles, destinadas a los niños.




Una vez extendido su uso, en la actualidad pueden encontrarse por todo el mundo miles de modelos en todos los materiales imaginables: plata, mármol, madera, cerámica, porcelana, resina, plástico, y con todas las formas posibles. Un reto para la imaginación, y una concreción de una de las más antiguas aspiraciones del hombre: unir el placer estético a la utilidad...

María José Fuster Brunet
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Si desea saber más sobre hueveras, cómo coleccionarlas, etc., consulte: http://www.lahuev.blogspot.com/

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