sábado, junio 16, 2007

Cuando nuestros antepasados iban a la guerra (Siglo XIX)

En la Constitución española de 1812, proclamada en las Cortes de Cádiz, se estableció que el servicio militar fuera obligatorio para todos los españoles. No obstante, las vicisitudes políticas y los consecuentes cambios de poder que se vivieron a lo largo del siglo XIX, hicieron imposible la aplicación de este principio, ratificado, sin embargo, por la Constitución de 1876.

También hay que resaltar que desde el primer momento esta medida había topado con una oposición generalizada. Además, como casi siempre ocurre, se establecieron los mecanismos oportunos para que las clases pudientes pudieran zafarse de ese deber, mientras que los que no tenían los medios económicos necesarios se veían obligados a cumplirlo.

Recordemos que los jóvenes llamados a filas que querían librarse del servicio militar, podían optar por una redención en metálico (abonando una cantidad al Tesoro Público), o podían recurrir a la sustitución (buscando otro muchacho que fuera en su lugar). Cuando más se buscaba la exención con una u otra fórmula era cuando España se encontraba envuelta en algún conflicto bélico.


Desde los pueblos de los Pirineos fueron muchos los jóvenes que marcharon a afrontar su triste suerte. En el curso de los últimos años del siglo XIX muchos de ellos decidieron desertar y escapar a Francia. Sin embargo, algunos de nuestros paisanos se vieron obligados a luchar en diferentes frentes:



Marruecos:

Mariano Costa Peyret, soltero de 29 años de Navarri (Huesca), falleció en el campo de batalla en Marruecos, el día 30 de noviembre de 1859. Pertenecía a la Compañía de Cazadores del 2° Batallón del Regimiento de Infantería de Borbón, n° 17. La declaración de guerra de España se había efectuado el 22 de octubre de 1859, justo ocho días antes, así es que Mariano no pudo intervenir realmente en el conflicto bélico.


Cuba:

Joaquín Samblancat Costa, de Campo (Huesca), había nacido el 27 de agosto de 1875 y tenía apenas 19 años cuando fue llamado al éjército. Concretamente, fue alistado en el reemplazo de 1894. Era labrador y pasó a ser soldado hasta el 7 de octubre del año 1998, en el que se le dió la baja definitiva.




Un fragmento de su detallado expediente militar, nos informa dónde estuvo Joaquín los últimos días de su estancia en Cuba: “En Cabañas, Mariel, Manolita y Bramales de guarnición, recorridas y destacamento hasta el 21 de abril, que con motivo de la guerra con los Estados Unidos pasó en la misma zona a prestar el servicio de vigilancia y defensa de las costas, hasta el 16 de agosto que se trasladó con el Batallón a la plaza de Guanajay, donde permaneció hasta el 26 de noviembre, que por ferrocarril marchó a Regla (Habana) con el fin de embarcar para la Península, lo que efectuó el 29 en el vapor Covadonga, desembarcando el 15 de diciembre en Barcelona."


Filipinas:

a Angel Serveto Castillón, de Barbaruens (Huesca), que nació también el año 1875, se le concedió la Licencia Absoluta en Barbastro, a 26 de febrero de 1905, según reza su expediente miliar, “por haber permanecido doce años en el servicio militar, desde la fecha de su ingreso en Caja, según lo dispuesto en los artículos 2° y 7° de la ley de reclutamiento, al soldado ANGEL SERVETO CASTELLON, hijo de Fermín y de Joaquina, natural de Barbaruens, Juzgado de primera instancia de Boltaña, provincia de Huesca, nació el día 27 de enero de 1875, de oficio labrador, su estado soltero. Fue alistado en el reemplazo de 1894 y clasificado como quinto...”.

Angel llegó a Manila el 17 de enero de 1897 y participó en el combate de Cavite y en el ataque y toma de Silang, entre otras acciones.


Tercera Guerra Carlista:

Nada mejor que la lectura de una carta que escribió a su familia uno de aquellos jóvenes que participaba en dicha guerra, para comprender cuál era su situación y estado de ánimo. Algunas de las palabras no pueden leerse por haberse deteriorado el papel, por lo que aparecerán unos puntos suspensivos para sustituirlas. La carta está fechada en Gerona, el 28 de julio de 1874, y la escribió Juan Peired, que dice así:

Queridos padres, me alegra de que se hallen en compañía de mis queridos hermanos al recibir esta triste carta, gozando de una perfecta salud como yo estoy disfrutando por ahora dando gracias a Dios.

Pues sabrán que día 13 del corriente tuvimos la grande división con unos traidores carlistas, donde tuvimos 8 horas de fuego quedando en el campo 8 muertos y 25 prisioneros y de los carlistas 100 muertos y 150 muy mal heridos, pero a la fin nos tuvimos que recular hasta que lleguemos a la villa de Figueras, que andemos 22 oras sin parar ni comer. Lleguemos a la villa de Figueras y nos dieron de comer y un porrón de vino, pero al cabo de 3 días salimos otra vez en ... batalla y nos quedamos en Besalú, donde estábamos 1000 soldados de infantería, 250 de caballería y ... piezas de artillería y salimos por la mañana 300 soldados por la montaña, otros por la .. en fin mucha gente, pues emprendimos a caminar a las 4 de la mañana y duró hasta la noche, todo el día lloviendo y apedregando y sin ver nada más que el humo de los tiros y nada otra cosa.

Cuando lean la carta la enseñen al Sr. Juan de los cuchareros y le dicen que subimos hasta llegar a la ermita de san Julián, pero nunca pudimos pasar de allí porque había 2000 carlistas, y ahora vamos por la parte de Vic para ver si por allí podemos entrar, pero les digo que hasta de ahora no había conocido el servicio, pero ahora digo que el que se pueda librar de venir que no venga porque esto es un desconsuelo, el ver morir gente como corderos, no les digo otra cosa mas que Vd. mi padre, no se ponga en cuestiones de ninguna cosa porque van las cosas muy mal.

Darán expresiones a los de Rosón, parientes, vecinos, y a todos los que por mi pregunten y...
”.


Unos destinos muy diferentes para unos jóvenes que, seguramente, no conocían nada de los enemigos a los que tenían que combatir...




...........................................María José Fuster

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