sábado, noviembre 25, 2006

Conociendo a nuestros antepasados: La tragedia familiar de los hermanos Arasanz

Gracias a un documento titulado “Perdón de muerte”, redactado en Tierrantona en el año 1598, hemos conocido la historia que hoy vamos a contar, un drama de la vida real, que, desde luego, podría ser también el argumento de un drama escénico, pues tiene todos los ingredientes que aseguran el éxito literario y teatral: violencia, amores y otras cosas.



Los hechos fueron los siguientes. El año 1597, un joven, llamado Jordán de Arasanz, vecino de Arasanz (Huesca), mató a su hermano Sebastián Arasanz de unas puñaladas. Hay que aclarar que eran hermanos sólamente de padre. Una vez cometido el homicidio, María Torres, madre del fallecido y un sobrino suyo, Andreu de Torres, que era primo hermano del difunto, hicieron valer su derecho a pedir Justicia en calidad de familia más cercana, no para reclamar nada sino para perdonar al agresor. Así se explica en el documento original:

Eodem die et loco que nosotros María Torres y Andreu de Torres, naturales del lugar de Arro, attendientes y considerantes que por día y fiesta de Nuestra Señora de Março del año proximo passado contado del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos nobenta y siete, en el lugar de Arasanz entre Jordán de Arasanz, vezino del dicho lugar de Arasanz y Sebastián Arasanz hermanos, hijos del quondan Jordán Arasanz por parte paternal y diferentes madres, ffortuyita y desgraciadamente sucedió que dicho Jordan Arasanz a lo que se tiene por cierto, tomándole un mal que le suele tomar dio dos puñaladas al dicho Sebastián Arasanz hermano, de las quales puñaladas por haber accertado a dárselas en parte desgraciada murió, aunque el dicho Jordán Arasanz luego dello, arrepentido del casso hizo juntar los mejores barberos que pudo para curarlo y quiso Dios que no aprobechó”.

Aunque esta declaración contiene mucha información, también nos deja muchas incógnitas. ¿Qué “mal” debía ser el que solía dar a Jordán Arasanz? ¿debía ser una esquizofrenia? ¿o fue, simplemente, un ataque de celos? Pensamos que Jordán debía ser el hijo mayor del matrimonio légítimo de su padre y quizás no soportoba muy bien encontrarse cara a cara con Sebastián, el hijo que su padre había tenido con una mujer que no era su esposa. Porque el hecho de que lavíctima fuera hijo ilegítimo, queda bien claro en el documento:

Y assí, atendida dicha desgracia y que para poderlo pedir por Justicia no hay parte más legítima que:
- la de mi, dicha María de Torres, por quanto el dicho quondam Sebastián Arazanz que murió de dichas heridas que desgraciadamente le dió el dicho su hermano, (era) hijo mío carnal y lo hubo de mi el dicho quondam Jordán Arasanz, padre de los dichos ermanos ex damnatu coytu
- y la de mi, dicho Andreu de Torres por quanto el dicho condan Sebastián Arasanz que murió fortuytamente de dichas eridas era primo ermano mío carnal, porque la dicha María de Torrres y mi padre eran ermanos”.


El documento que comentamos se completó con la inclusión del perdón propiamente dicho:

Por tanto, nosotros dos, María y Andreu de Torres, de grado y de nuestras ciertas sciencias juntos y de por sí en todos aquellas mejores vías, modo, forma y manera que de fuero y derecho canónico hazerlo podemos y debemos, satisfechos bien de la desgrazia y acordándonos de nuestro próximo y de lo que Dios Nuestro Señor por su santísima boca nos dixo de que no habemos de bolber mal por mal sino bien por mal, perdonamos de la muerte al dicho Jordán Arasanz y renunciamos todo el derecho e instancia y actión que sobre él podíamos por causa haber...”.

En definitiva, se trata de una fórmula muy civilizada de resarcirse de los daños sufridos a través de una indemnización, aunque ésta sólo se menciona de una manera implícita (“satisfechos bien de la desgrazia”). Probablemente, el objetivo de esta costumbre era poner fin lo más rápidamente posible a las consecuencias de un acto violento, que podía ser traumático no sólo para la familia de la víctima sino para toda la reducida comunidad de vecinos donde los hechos se producían. Con esta idea de evitar que se viera implicado todo el entorno social, se procuraba aislar y silenciar la tragedía ocurrida y no solamente se buscaba el perdón para el que había hecho el daño, sino que se prometía mantener “paz final, silencio y callamiento perpetuo por ciento y un año y días más”.
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[publicado en el n° 105 del "Gurrion"]
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